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lunes, 22 de agosto de 2011

Infidelidad.

Una de las peores traiciones en una pareja es la infidelidad, duele, molesta, atenta contra nuestra autoestima. Nos preguntamos qué hicimos para merecer eso, ¿por qué no somos suficiente para el otro? Por supuesto que lo tomamos demasiado personal, pero aunque parezca serlo, hay muchas razones de fondo que pueden explicar este hecho, donde a veces sí somos responsables y otras no. Las consecuencias de la infidelidad usualmente se caracterizan por ser un choque contra nuestra integridad, podemos sentir un enojo incontrolable, mucha humillación y además nos sentiremos menos ante la imagen idealizada y temida del amante. Pasemos a reflexionar sobre este tema.

El amor tiene muchas fases, jamás es estático. Podemos amar a alguien muchísimo, luego ese amor va perdiendo fuerza, perdemos interés, eso le puede pasar a nuestra pareja también, pueden existir etapas donde solamente deseemos estar con nuestra persona amada, es una montaña rusa de sentimientos variados. Usualmente cuando la fase inicial culmina, la etapa de enamoramiento, y la idealización del otro comienza a desvanecerse aquí pueden surgir ciertos problemas. La persona de la que nos habíamos enamorado parece no ser la misma, ¡ha cambiado! Aunque en la realidad por supuesto que siempre fue la misma persona, solamente que antes no lo podíamos ver porque no queríamos o la otra persona hizo uso de su mejor galantería por un tiempo limitado poco sostenible.

Cuando esta idealización culmina puedes sentirte estafado, tus días se inundan con cosas que te desagradan de tu supuesta media naranja, cada vez estás más decepcionado con lo que encuentras y esa decepción en algunas circunstancias, sino termina en un ruptura definitiva, puede conducirnos a una infidelidad. Por un lado, mantenemos junto a nosotros a nuestra pareja, esa persona que todavía algo nos hace sentir, por otro, complementamos las carencias de nuestro amado con alguien externo, como si esto fuera posible.

Las relaciones simbióticas, esas relaciones donde no existe nada más que la pareja, donde cada uno vive y respira por el otro, suelen ser tan asfixiantes que inconscientemente a veces no queda otra manera de alejarse un poco de ese vínculo que incluyendo a un tercero. El amor para ser saludable no implica el sacrificio de nuestra individualidad.

Cuidado con los celos desmedidos, las acusaciones sin final pueden agotar a nuestro ser amado, pueden llegar a sentirse tan incomprendidos e impotentes ante esta situación injusta que puede llegar a generar una especie de venganza de parte del inocente para darnos razones certeras, “no confías en mí pues ahora tendrás razón”.

La vida sexual debe ser activa, es un componente vital para nuestras relaciones amorosas, no caigan en la rutina y siempre intenten continuar seduciéndose, jugando, brindando al otro la seguridad de que sigue siendo un objeto de deseo ante nuestros ojos.

Muchas personas se dejan absorber únicamente por las responsabilidades ya sea con su familia de origen (padres, hermanos), el trabajo, proyectos personales. Si bien todos estos espacios son válidos y por supuesto que se deben mantener, debemos estar atentos a que nuestra vida no gire únicamente alrededor de otras cosas que poco tienen que ver con nuestra pareja. Los problemas siempre existen, no deben ser más importantes que demostrarle tu cariño y respeto a esa persona que dices amar. Todo en su posible equilibrio mantendrá a todas las partes satisfechas, incluyéndote a vos.

Ciertos sujetos muy inseguros, podrán sentirse con una autoestima elevada si se demuestran a sí mismos que son capaces de tener varias aventuras. La infidelidad pasa a ser motivo de alarde para sí mismo y sus amistades.
En otras ocasiones la infidelidad es netamente del otro, pasa por un deseo propio de conquista, de sentirse deseado, hasta puede convertirse en patológica por la necesidad de repetir esta conducta infinitas veces. No interesa que tan maravillosa sea nuestra relación ni que tan espectacular sean las relaciones sexuales, es un deseo del otro por experimentar nuevas sensaciones como la de entrar en juegos prohibidos.

Existen circunstancias donde la infidelidad es una manera de castigar al otro, denigrándolo. Ya sea por conflictos sin resolver dentro de la misma pareja o por ser una personalidad un tanto más perversa que busca obtener el control del otro mediante la humillación. La posibilidad de ser atractivo y tener potencial para atraer a varias personas, es una ostentación de poder en la pareja.

La vida en común no puede ser descuidada, más allá de que tengamos cosas importantes que hacer siempre tendremos que dedicarle tiempo de calidad a nuestra pareja. Esto es señal de interés y respeto a las necesidades emocionales de quien amamos.
Nunca dejes de hacer sentir al otro importante, hazle notar que es una de tus prioridades y vas a estar ahí para cuando te necesite, ya sea para disfrutar o para compartir determinados temas que los involucren a ambos o a uno sólo de ustedes.
Conoce a la persona que amas, preocúpate por escuchar sus ideas, sus sueños, intenta ser un aliado y no un enemigo en la concreción de sus metas personales.

Ya es ampliamente conocido que la rutina agota y la falta de comunicación solamente lleva a confusiones. Jamás asumas nada, ante la duda tu obligación es preguntar. Las mujeres usualmente cometen un error frecuentemente y es el de asumir que el otro tiene que leernos la mente, a los hombres hay que hablarles claro, nada de entrar en juegos porque cansa y confunde.
Si la mujer en la pareja quiere que haga o no haga determinada cosa por ella debe amablemente hacérselo saber, el resultado: ambos estarán satisfechos.


http://psicologiapositivauruguay.wordpress.com/

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